El rescate final



Tiene miedo a quedarse sola en la oscuridad. Como quién no entiende muy bien lo que está pasando, Ingrid Betancourt pasa las horas y los días con una sonrisa de agradecimiento y una mirada triste y melancólica.¿Qué pensamientos y pesadillas tendrá ésta mujer que secuestrada en la selva colombiana, vivió casi siete años como viven los sobrevientes sin posibilidad?

El único contacto que tenemos los “no” secuestrados en una selva, es a través de los documentales de Dioscovery, y así y todo, nos molesta y perturba sentir el terror de un ataque de los animales salvajes, la desolación de un camino sin llegada, de obstáculos que lastiman , de un sol que nunca está para satisfacer y alumbrar. 

No puedo imaginar el sentimiento de un grupo humano viviendo como animales y contra su voluntad. Cuenta la historia oficial que un rescate de los buenos burlando a los malos puso fin a un cautiverio sin explicación. Cuenta la protagonista de ésta historia, que las humillaciones y vejaciones a las que fue sometida muchísimo tiempo, la llevó a pensar todos los días en el suicidio. Cuenta la historia oficial que la frase que escucharon los rehenes de semejante odisea fue: “ Somos del ejército del gobierno y están libres”.

Cuenta Ingrid Betancourt que estuvo muy enferma en la selva y un rehén enfermero, con nombre y apellido latinos Willian Pérez, la salvó de morir de paludismo, hepatitis B, leshmaniasis, tristeza y agotamiento.Cuenta la historia oficial que el operativo jaque, así denominado en la jerga militar, fue preparado y perfeccionado durante un año, por profesionales de distintos países.

Cuenta la mujer liberada más buscada del mundo, que las cadenas en sus manos, la hizo sentir miserable.Luego que el mundo se enterara de tal “rescate” y que el abrazo de los rehenes con sus padres, hijos, amigos y amores conmovieran a interesados y desprevenidos, la todapoderosa maquinaria comunicativa avisó: “No hubo rescate romántico, hubo un pago del rescate de 20 millones de euros.”Quedará en las verdades o mentiras de la historia mundial, cuya confirmación no lo sabremos jamás.Si es verdad, poco importa.

Los rehenes fueron verdad. Ingrid es verdad, como es su historia en la selva, como son sus hijos en París , como es su madre recorriendo países y pidierndo por su hija. Sólo queda esperanza por los “otros”. Los que están, los que no volvieron.Sólo queda la sonrisa tímida de una mujer y el crucifijo que supo hacer en la selva durante siete años y que la acompaña ahora, en ésta nueva vida.

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biz.