Entre candidaturas testimoniales y cierre de listas que no le cierran a nadie, toma un cauce alborotado la política argentina.
Encuestas que mienten o no, quién lo sabe, traiciones a la orden del día, “aprietes” y demás condimentos nos entretienen en éste primer semestre del año.
Mientras tanto, el dengue, enfermedad transmitida por un mosquito terrenal y mortal, nos despabila y nos muestra lo peor de nosotros mismos: la desidia, la irresponsabilidad y la falta de precaución.
Los auxiliares de las escuelas públicas de la provincia, reclaman por un salario que nunca será, y dejan librado al azar a miles de alumnos que le dan vida a las escuelas entre la mugre de los baños, el descontrol de las aulas y la ausencia del servicio que prestan algunos establecimientos con la leche, la comida y el olor a pan recién calentito.
Los hospitales públicos, con sus médicos mal pagos, se hacen cargo de los males de todos nosotros, mientras protestan sin protestar e inventan con lo que no tienen soluciones momentáneas para poder responder al dolor y al desamparo.
El poder judicial, por otra parte, pareciera que tiene la culpa de todo: de los menores que delinquen, de la lentitud de los expedientes y de la interpretación de algunas leyes, que por algo son leyes y debemos respetarlas, nos guste o no nos guste, duela o nos sea indiferente.
Con éste panorama, que no es distinto a otros tiempos, pero que cansa, molesta y nos hace menos justos y más intolerantes a todos, un grupo de alumnos de la escuela especial Nº 517 viajó a Buenos Aires para conocer algo diferente.
Con sus dificultades a cuestas y con el agradeciendo de los que sólo tienen un mañana, María José, Alberto, Gabriel, Carolina, Belén, Jimena, Sonia, Daniel, Mara entre otros, se encontraron con la sorpresa de que algo que muestra la televisión es real y que ellos pudieron estar ahí: En el museo de Benito Quinquela Martín, en Caminito con sus colores y sus casas dibujadas como con un pincel y en la Bombonera, cuna del fútbol, deporte tan amado y admirado por todos.
Con la belleza y la inocencia que envuelve a estos chicos, nosotros, los inconformistas de siempre podemos descubrir un camino verdadero: el del compromiso, la convicción y las buenas obras.
Las maestras de éstos alumnos son un capítulo aparte: lo que hacen éstas mujeres es puro amor…. lo demás, no existe.