Una experiencia religiosa tuve ayer jueves al mediodia.
Luego de esperar el ómnibus “Plaza” en City Bell más de una hora 45 minutos para dirigirme hacia Capital Federal, decido subir a uno que no indicaba “Centro” sino que indicaba “Once”.
Le pregunto al conductor que pasaba con el micro que debia tomar que estaba retrazado, y de mala manera y sin importarle mi pérdida de tiempo y mi llegada tarde a mi trabajo me contesto: “subis o no subis?”….
Así las cosas ya habiendo perdido dos benditas horas y con mi peor humor me acomodé en un asiento mientras veía al conductor sin cinturón de seguridad y charlando y dándose vuelta muy risueño para dialogar con dos compañeros de la misma empresa.
Así transcurrió un tramo del viaje hasta llegar a la Rotonda Gutierrez donde, parada mediante, había una larga fila de aproximadamente 30 personas esperando.
Mi ingenuidad me hizo pensar que tanto gente no subiría porque los asientos del micro estaban todos ocupados y al ser un viaje de larga distancia eso no pasar{ia.
Pero con gran sorpresa observé como todas las personas, con derecho por supuesto, subían al micro sin que nadie controlara la capacidad ni la forma inhumana en que este acto cotidiano se iba desarrollando.
Luego de aproximadamente 10 minutos el conductor sigue el viaje sin que moleste a nadie o mejor dicho molestando a todos pero ya acostumbrados a ser tratados como animales.
Ese micro no era diferente a los camiones jaulas que transporta animales al matadero.
El encierro, el enojo y la falta de aire me jugaron una mala pasada.
Intenté abrir una ventanilla para poder respirar pero éstas están selladas sin posibilidad alguna de abrirlas.
La gente pedía a gritos que hicieran lugar para poder al menos no estar unas “trepadas” encimas de las otras.
Nadie escuchaba o nadie quiso escuchar. Una mujer con un niño enfermo hablaba bajito por celular contando que lo llevaba al médico.
Un señor con un bolso intentaba subirlo a toda costa, una señora con su anotomía complicada casi se queda afuera pero empujando y empujando logró subir.
Ya no pude más. Pedí que me dejaran salir de mi asiento para bajarme y así respirar un poco de aire.
Miré como se alejaba el micro mientras subía a la autopista.
Hoy más tranquila, leo la ley provincial:
Con las modificaciones de las leyes 11460, 11583, 11626 y 11768
Titulo I. Generalidades
Capítulo I - Uso de la vía pública
1. El tránsito y el uso de la vía pública, serán regidos por las disposiciones del presente Código
en función del interés del orden público, la seguridad y el ordenamiento; para el
aprovechamiento adecuado de las vías de circulación; y capacitación para el correcto uso de la
misma y la disminución y control de la contaminación del medio ambiente, proveniente de los
automotores.
8. Cuando el número de ocupantes supere la cantidad prescripta por esta Ley, labrándose
acta de infracción y hasta que se normalice la situación. COLECTIVO: Vehículo automotor para el transporte de pasajeros delservicio público, con
capacidad mayor de veintiún (21) asientos y hasta treinta (30) excluído el conductor y el
acompañante o guarda.
Empresas de transporte millonarias con subsidios del Estado.
Así se viaja en la Argentina.
Ley de tránsito Provincial: No se cumple, como tantas leyes en nuestro país.
Publicado por Marcela Milone/ julio 2011