La sensatez del milagro y la muerte



Con esos ojos color miel, la voz bajita como para no molestar y la búsqueda de la palabra perfecta que pueda hacer comprender las horas de un milagro, Analía Bouter, sonríe.

Sensata y sin ganas de protagonismo, solamente feliz porque Dios le había devuelto a su hija, cuenta a todos los periodistas que se le acercan como fue el encuentro milagroso e impensado.
Esta madre chaqueña espera que su hija se recupere pronto y poder llevarla a su casa, después que un grupo de médicos la hayan dado por muerta y metido en un cajoncito en una heladera de la morgue de un hospital.
12 horas, dice ella.
“12 horas después de nacida fui a conocerla y ahí la escuché gemir” y sonríe Analía como si el cuento la sobrepasara.
Ahora espera, 14 días después de la noticia de la muerte y de la vida de Luz Milagros de 800 gramos de peso y un corazón como de un cristal, ella espera sin claudicar.

En otro lugar más cercano para nosotros pero en el mismo país, otra mamá corrida por los fantasmas de la locura, se mató en la cárcel dónde estaba detenida por haber matado a su hijo.
Si, mató a su hijo, presa de ira por el abandono y el vacío que dejó alguien que era ni más ni menos que el papá de Martín de 6 años, el elegido para castigar y enloquecer a todos los protagonistas de ésta triste historia.
Se enfermó Adriana Cruz y pensó que lo mejor era cometer el peor de los deseos ocultos, matar a un hijo.
Pero como hay cosas que se transforman en insoportables, al mes de haber matado a Martín, se anudó una media en el cuello y se ahorcó en la cárcel de Melchor Romero.
Hechos inexplicables, sabor amargo y ganas de llorar.
Dos mujeres, dos destinos y como dijo Sastre: “el infierno son los otros".
Publicado por Marcela Milone/2012

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